El Dinero y la Libertad

Las personas normalmente pensamos, o mejor dicho, casi todas las personas que han vivido hemos pensado, que tener más dinero solucionaría nuestros problemas, que tener más dinero nos haría un poco más felices o que tener todo aquello con lo que siempre hemos soñado nos convertiría en personas más realizadas. Hay una parte de verdad en todo ello, aunque como habitualmente pasa, existen las dos caras de la misma moneda.
El Dinero y la Libertad
En mi humilde experiencia, el dinero es una de las mayores fuentes de infelicidad si no se usa para comprar libertad o tiempo. Cuando se usa para comprar felicidad, prestigio u objetos que no se necesitan, se acaba con una extraña sensación de falta de control y de vacío interior, aunque es cierto que inicialmente la compra proporciona una buena dosis de satisfacción personal. Para conseguir ese dinero, habitualmente es necesario incurrir en grandes dosis de tiempo y a veces es necesario hacer sacrificios y renunciar a momentos, situaciones, personas e inquietudes que seguramente no volverán más adelante. En el otro extremo de la balanza se encuentran aquellos que han renunciado a todo tipo de posesiones materiales y que dicen no necesitar del dinero para vivir. Entonces, ¿A dónde quiero llegar? ¿Se puede vivir sin dinero? ¿Renuncio a conseguirlo? ¿Me retiro al Tíbet a la vida contemplativa? La respuesta, en mi caso particular, es un rotundo no. Pero ten cuidado con aquello que deseas. Ten cuidado al dejarte llevar por la idea de que tener más te llevará a un futuro mejor. El secreto, seguramente, esté en valorar lo que ya tienes ahora y en sacarle el máximo partido posible. Y si afino un poco más, el mejor secreto está en alinear tu forma de gastar tu dinero con tus valores y con lo que realmente es importante para ti. Para llegar a ese punto, tienes muchas maneras de conseguirlo: crea un presupuesto, pon límites a unos tipos de gasto determinado, intenta no gastar nada en cosas que no te aportan ningún beneficio… Inténtalo. La recompensa es mejor que la mayor fortuna del mundo, y está ahí, a la vuelta de la esquina. Seguro que merece la pena.

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